Entraron a la atmósfera terrestre en el puerto espacial de Kourou. No importaba cuántas veces lo viviera, volver a La Tierra siempre despertaba los anhelos más profundos del corazón de Gonzalo, y esa sensación de acunarse en los brazos de una madre adolorida y amorosa.
-¿En qué piensas, Gonzo? -Marina acariciaba su cuello mientras sobrevolaban Margarita.
-En cuán áspera está la vida en La Tierra, los desastres naturales y esa tontería de pensar en las colonias Lunares como el único salvavidas.
-Tienes razón, solo ha servido para crear resentimiento en quienes se autodefinen desafortunados.
Fernando Rodríguez sostenía un mini-PHASR de potencia graduable, mientras el mar le recordaba La Guaira, su tierra, que se había hundido en 2086, llevándose a sus seres queridos, seguía pensando en que podrían estar felices si hubiesen sido seleccionados para el proyecto de población Lunar en el único censo que se realizó en su región, en 2077.
-¿Todos estamos claros? Hoy vamos a atrapar a los doctorcitos, sus familias, y los extraterrestres— Modo despectivo en que se refería a los enviados en misión.
–Claro que sí, capi, aquí nadie se va a la Luna sino quienes nosotros queremos, y el que sepa curar, que se quede en La Tierra atendiendo a su gente, para eso son cerebritos.
El equipo de Fernando estaba formado por más de treinta prófugos de la justicia, en su mayoría ex trabajadores de centros tecnológicos espaciales que habían sido expulsados por uso de artefactos en desarrollo para fines delictivos.
Además de ellos y los futuros tripulantes, un hombre solitario conocía sobre el rescate. A pesar de haber sido famoso por sus logros en misiones espaciales, se había ocultado los últimos años, acudiendo clandestinamente a sesiones de control médico con genetistas designados por el Centro de Conservación Biológica Telúrico Lunar, y se mudaba de estado con frecuencia cuando aumentaba la jovialidad en su apariencia.
Gonzalo se dirigía a buscar a Marina, que estaba por terminar las pruebas para descartar contagios. Un hombre con un uniforme diferente al autorizado lo interceptó.
-Escúchame, soy Richard Cáceres, necesitamos… - Gonzalo sobresaltado por el sorpresivo encuentro dijo espontáneamente:
-¿Richard, el “centenario”? ¡Mialma qué habláis, si parecéis de 35!- entre risas -¡Estás en la misión!, no sabía que en La Tierra…
-¡No, Gonzalo, no! No hay tiempo de explicarte, tienes que comunicarte con el Centro de Operaciones, hay un grupo de locos armados, en cualquier momento llegan, son muy peligrosos.
Un estruendo los alertó desde el departamento de enfermería. Fernando y sus hombres amenazaban con armas letales, Marina y sus colegas protegían a sus pacientes, intentando activar los mecanismos de seguridad, cuando Richard entró al salón seguido por agentes enviados por Gonzalo, quien intentaba obtener ayuda de mayor escala. Richard llevaba consigo cápsulas que contenían robots de defensa para emergencias, los activaron arrojándolas al suelo, y la habitación se llenó de ellos. Tras largos minutos de lucha y varios heridos lograron desarmar a los infiltrados.
El Cuerpo de Inteligencia de Operaciones Científico Militares acudió, retirando las armas y los implicados serían trasladados al reclusorio de máxima seguridad en la estación espacial Averno III, saldrían de La Tierra, sí, pero directo a prisión.
Los afectados fueron atendidos y la misión siguió su curso, pero los hechos ilustraban completamente los temores de Gonzalo, sus sentimientos por Marina le habían hecho decidir que necesitaba ofrecerle un estilo de vida diferente, y pudo ver claramente dónde estaba el futuro que deseaba.
El cielo marabino ofrecía sus acostumbradas obras de arte, Gonzalo desayunaba mirando al Lago, antes de salir al Instituto de Restauración Ecológica, que había fundado con Richard hacía cinco años, impartía clases de biotecnología, inculcando el amor a La Tierra como el fin a la repetición de sucesos históricos destructivos: “No huyamos del hogar, cuidémoslo” solía decir.
─Hola amor, ¿Cómo estuvo tu guardia? –Marina le da un largo beso antes de contestar, se veía tan radiante como el sol jugueteando sobre las pequeñas olas.
-¡Maravillosa! Cumplimos tres años sin casos sospechosos de Cov-5, y desde hoy podré tomar unos meses para cuidar de nuestro pequeño.
Gonzalo acarició su abdomen marcado. Allí había encontrado todas las respuestas a las preguntas que cualquier hombre de la antigüedad le hubiese hecho a la Luna.
2020-ago-29
Relato en modo cadáver exquisito, 4 coautores:
@varimar, @Dee_Dee, @ludico1964 y @AljndroPoetryParte I: Aventuras Lunares, parte I (colaboración con @varimar, @Dee_Dee, @ludico1964 y @AljndroPoetry)
Parte III: Aventuras lunares parte III (colaboracion con @Dee_Dee, @Ludico1964, @AljandroPoetry, @Varimar)
Parte IV final: Aventuras Lunares, parte IV final (con @varimar, @Dee_Dee, @ludico1964 y @AljndroPoetry)