Es una mañana normal en la estación orbital lunar Caracas-IX. Gonzalo se levanta a las cinco y se enfila hacia el gimnasio para su rutina aeróbica y de pesas. Originario de Maracaibo, Venezuela. A los cinco años acompañó a sus padres en la quinta misión de colonización en las colonias sudamericanas en la región nueve de la Luna. La mañana transcurre ocupada con su rutina de verificación de los equipos de gravitación y presión artificial de la estación.
─¡Hola Marina! ¿Cómo estuvo tu mañana? ─ saluda a su mejor amiga en el restaurante de sushi al mediodía.
─Lo de siempre Gonzo, impartiendo tres sesiones de yoga al puñado de niñas mimadas de una de las colonias. ¡Lunáticas! Digo, nacidas en la Luna ─responde ella en tono sarcástico.
─Yo invito los rollitos de salmón, pide cuantos quieras.
─Gracias Gonzo, estoy muy hambrienta, te saldrá caro ─Cuarenta minutos de almuerzo transcurren charlando amenamente.
─¿Cenamos el jueves Marina?
─Apenas es lunes ¿por qué tanta anticipación?
─Tengo algo importante que contarte.
─Me dejas intrigada.
El jueves en la mañana Marina pierde los estribos con la hija de una familia influyente de la colonia lunar argentina, se gana una buena reprimenda de su supervisora. Para la cena se pone un vestido de noche que deja a Gonzalo boquiabierto, negro intenso, con un escote no muy pronunciado pero suficiente para mostrar algo de sus hermosos senos, como dos maduras naranjas grandes, listas a ser degustadas; levemente corto, basta para mostrar sus atléticas piernas torneadas. Gonzalo se deshace en elogios, pues de hecho, desde hace no tanto, ha notado que empieza a sentir algo por ella. Marina se siente atraída hacía él desde la escuela secundaria en la base lunar, al parecer el tiempo nunca les fue propicio. Ambos estaban en una relación cuando el otro quedaba libre y viceversa. Ahora ambos solteros en sus treinta y dos años. La cena transcurre entre flirteos, degustando ricos platillos de cocina peruano-japonesa y bebiendo vino blanco.
─Estoy asignado a misión de rescate, hacia La Asunción en Nueva Esparta, hubo un rebrote del virus pandémico de inicios de siglo, aquel mentado SRAS-CoV-2 que causaba COVID-19. ¿Recuerdas las clases de historia de ciencias naturales del bachillerato? Hubo millones de afectados y un millón y tantos fallecidos, vaya factura la de ese bendito virus, allá por los años 2020, 2021.
─Pero fue erradicado desde el 2027 ─le replica Marina, asombrada.
─Exacto, no se había visto ningún virus tipo SRAS activo desde entonces; el año pasado, en noviembre del 2099 surgieron nuevas cepas y mutaciones, en estos momentos en las islas de Nueva Esparta está muy activo el Cov-5 con tasa de letalidad del 45% ─Gonzalo hace una pausa, come unos bocados y da dos o tres sorbos a su copa de vino.
─Quisiera ir a esa misión contigo, recuerda que tengo estudios universitarios de enfermeria, con especialización en enfermedades virales y bacterianas ¿a quiénes planean rescatar?
─Es un selecto grupo de científicos, virólogos renombrados, físicos importantes; cincuenta personas, familias incluidas, los evacuarán hacia una colonia lunar venezolana durante nueve meses, mientras controlan el rebrote; entiendo que el equipo está completo, pero pide audiencia con la comandante O’connor, quizá corras con suerte.
La velada se alarga, terminan dos botellas de vino, la charla cada vez más amena, aumenta el flirteo. Gonzalo paga la cuenta, invita a Marina a seguir charlando en su habitación, ella acepta encantada. Descorcha un Merlot que tenía guardado para una ocasión especial; en media hora, entre charla y charla beben la botella completa. Rendidos, se recuestan en la cama, sin darse cuenta empiezan las caricias, los besos furtivos, la ropa sobra y las ganas afloran. Hacen el amor con ternura pero también con energía, duermen unas horas y antes de salir el sol, Marina se acurruca de espaldas hacia él y nota como la excitación se vuelve a apoderar de ambos; ya más sobrios, se entregan el uno al otro, nuevamente.
─Te quiero Gonzo, no sé cuánto tiempo llevo sintiéndolo, sin atreverme a decirlo.
─Te quiero mi Marina, también he venido sintiéndolo ─duermen una hora más, antes de levantarse hacia su rutina de viernes.
(continuará)
Parte I: Aventuras Lunares, parte I (colaboración con @varimar, @Dee_Dee, @ludico1964 y @AljndroPoetry)
Parte III: Aventuras lunares parte III (colaboracion con @Dee_Dee, @Ludico1964, @AljandroPoetry, @Varimar)
Parte IV final: Aventuras Lunares, parte IV final (con @varimar, @Dee_Dee, @ludico1964 y @AljndroPoetry)