¡Alehop! (3ª parte)

1ª parte: ¡Alehop! (1ª parte)
2ª parte: ¡Alehop! (2ª parte)

Ese sueño tan real me sorprendió. Pasé de la sorpresa al pánico en un breve lapso de tiempo pues notaba su presencia. Salí de la sauna húmeda porque noté un inusual silencio a mi alrededor. No veía a nadie y ya no podía culpar al vapor; estaba solo en la zona de aguas: hamacas vacías, saunas seca y húmeda deshabitadas, el jacuzzi sin movimiento. Una absoluta soledad me congeló la sangre.
Caminé hacia la piscina. Me tapé la nariz y sentí arcadas. Allí donde siempre había habido una piscina transparente y cristalina había una balsa llena de aguas fangosas cuyo líquido me llegaba hasta los pies. Hui desconcertado hacia el vestuario. No había nadie. Estaba solo y encerrado en una especie de caverna física y psicológica. Ahí dentro yo no tenía constancia de que su sutil y permanente acoso hubiese deformado mi visión de la realidad.
Volví a casa, no tenía hambre. Me senté en el sillón a leer el libro que había dejado a medias, pero no pude ni siquiera empezar. Solo podía pensar, si es que el torbellino de ideas peleándose por encontrar espacio en mi mente podía llamarse pensar. A medida que la tarde avanzaba, notaba su presencia, incluso en casa. Me cerré con llave por dentro, también tranqué todas las ventanas a pesar del calor reinante. No había aire, respiraba el mismo aire que expulsaba por la boca. Por la noche, estaba inmerso en un duermevela enervado, me olvidé de que tenía sueño. Cuando desperté, decidí volver al polideportivo para comprobar si cansando mi cuerpo, podía hacer descansar mi mente.
A pesar de no verle, le intuía. Ya habían pasado cuatro días y todo seguía igual. Mi móvil solo tenía sus llamadas perdidas. Desconocidos de las redes sociales se burlaban de mí. Yo sabía que él, bajo falsas identidades me acosaba por internet. Si no había sido él, ¿quién me podía haber hecho esas fotos en el vestuario del polideportivo, para posteriormente retocarlas de manera burda y humillante? Otros acosadores anónimos se dieron cuenta y se aprovecharon, vieron en mí una víctima fácil. ¿Cómo podía ser posible que en nuestro entorno, donde no hay excesiva miseria, hubiese tanto miserable?
Al quinto día caminé sin destino horas y horas, incluso por la noche. Repetí lo mismo el sexto día. Así pasé la semana, el domingo llegué hasta lo alto de un puente de la autopista. Era realmente alto, me asustó porque yo sufro de vértigo. Los coches pasaban raudos y ruidosos por debajo. Me sentía un ser insignificante, ni me veían ni me oían. Era el único lugar donde su presencia no se hacía notar. Era noche estrellada, parecía una lluvia de lumbre que me quisiera caldear. Aunque pasé algo de frío, me quedé dormido.
La madrugada apagó mis recuerdos; con la salida de los primeros rayos de sol, me desperté con un escalofrío. Volvía a ser un sudor frío como el de la sauna. Como esa noche había dormido más tranquilo a pesar de la incomodidad, me noté con la suficiente fortaleza de ánimo para enfrentarme a él.
Pasaron los minutos, las horas y no le encontraba. En cuanto llegué frente a la sede de mi antiguo trabajo, el pánico me paralizó. Le vi de pie apoyado en un semáforo, me miraba con una sonrisa burlona y con la bolsa del gimnasio colgada del hombro.
—¡Vamos a la sauna! —me gritó.
En ese momento, me vi al borde de un abismo a punto de despeñarme hacia un vacío atemporal. El ambiente sofocante me impedía respirar. El calor me perseguía, no se despegaba de mí, un impulso me llevó a correr desesperado hacia el puente de la autopista para huir. Se rio a carcajadas. Junto a la barandilla del puente alguien había abandonado un banquete de madera con una asa metálica. El brillo que desprendía me atraía; algo me decía que estaba ahí para mí. Parecía como si él lo hubiese dejado para que me subiese encima. Lo hice. Las barreras de seguridad del puente me llegaban a la cintura en ese momento, mientras el vacío frente a mí me reclamaba.
Miré a mi alrededor asustado y confundido. Volvía a estar solo, una vez más. Si me iba al otro lado del vacío ya no le sufriría más. Ante esa posibilidad, me quedé dubitativo, la reverberación del sol mostraba la autopista como un lago del que emanaban vapores con una línea gris del horizonte a lo lejos. Los rayos del sol se reflejaban sobre las carrocerías de los coches circulando bajo el puente y se me clavaban en las pupilas cual agujas de acupuntura.
Entonces sentí su presencia. Sus brazos me rodearon y abrazaron gentilmente y su boca se acercó a mi oreja.
—No te atreves —me susurró con voz apagada.
Paralizado, grité y reí como un loco ante su cara. De repente, oí un golpe seco en mi interior. No sé cómo, pero le vi extendido, desnucado sobre el suelo resbaladizo de la sauna seca. La gente gritaba, el socorrista corría e intentaba reanimarlo. ¡Alehop!
Me desmayé y me llevaron al centro de salud del polideportivo, aunque no puedo afirmar que hubiera perdido completamente la conciencia. Me sentía envuelto por una tiniebla de noche eterna. Jadeaba tratando de respirar, luché por respirar; aquella intensa oscuridad me oprimía y sofocaba. La atmósfera era de una agobiante pesadez. Me quedé inmóvil, esforzándome por razonar. No sabía cómo había llegado hasta ahí, yo me recordaba en el puente de la autopista subido al banquete. Parece ser que dije muchas cosas sin sentido hasta recobrar la conciencia. Hablé de un puente, de un banquete de madera,… Nadie le dio importancia, fue consecuencia del shock.

7 Me gusta

Creo que voy entendiendo… un suspenso y una trama psíquica interesantemente…compleja y atroz!Muy bueno. Cada descripción me llevó a seguir leyendo con ímpetu y ese misterio… una psique compleja no es así?ha! A seguir leyendo…Un saludo!!y mis reverencias en letras José Luis.

2 Me gusta

Magnético el contexto psicológico, un solo mundo en el centro del universo, es allí donde la escritura se crece y esclaviza todos los sentidos , porque todos tenemos empatía emocional,—voy a la segunda parte—

1 me gusta

Es tan poca la acción concreta del personaje nocivo, versus el thriller sicológico del personaje central y narrador. ¿Es acaso posible que el personaje central sobredimensione las interacciones que tiene con el personaje nocivo? O simplemente describe desde el lenguaje introspectivo ese vendaval de emociones y sensaciones interiorizado a raíz de las acciones implícitas de su agresor.

Este capítulo es el más cautivante hasta ahora. Y su riqueza gramatical para describir las sensaciones es muy destacable.

Hay momentos que no sabes si el personaje sueña, sueña despierto, o vive una realidad de pesadilla.

Este capítulo es por demás admirable.

1 me gusta