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Tiembla tu corazón.
Cien poemas en blanco,
en tu cuarto desierto
y a su lado resuena
el tictac de un reloj.
Las metáforas huyen
de tus labios cansinos.
Y la rima calló.
En los viejos renglones
se diluye el recuerdo.
Las palabras se escapan
con los años vividos.
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Casi se oye el eco en el diván que has escogido como escenario de este poema, pesa la soledad y se respira amargura. ¿Será mejor no escribir el final de algunos poemas? Un abrazo amiga!!
El título convoca, invita a adentrarse en la lectura de este poema hiriente en cada figura, porqué se parece a cada uno de nosotros, y la resolución es terrible desalentadora, pero al mismo tiempo inevitable y lógica, un poema que muere , tal como moriremos nosotros, lo cual indica de algún modo simbólico que el poema vivió, y eso ya es grandioso… Aplausos María bella, por reproducir con tan buen tino, ese sentimiento.
Uff… es como encontrarse con el gran momento temido… ese momento en el que los ojos se hacen de agua y el caballo del tiempo ralentiza su marcha… en el que el poeta se encuentra cara a cara con la rima que calla… con el silencio absoluto y definitivo de sus versos… Un poema muy profundo querida María, me ha llegado al alma. Un beso.
Bello poema que habla de finales, pero finales que son a menudo el vivero de otros principios.
Es tan rítmico que me crece canción. Un placer leerte como siempre.
Ahh que melancólicos versos, esa pluma que se queda huérfana, que desolación que pierdas esa inspiración, esa ráfaga mágica para escribir, que nunca nos falle amiga!!!
El tema es un trago amargo y poético…amigo!
Lo que dices puede ser mejor, un poema sin final que quede abierto a la imaginación y la vida del lector que venga detrás…
Abrazos, querido poeta!
Me gusta mucho la reflexión que has hecho sobre su contenido.
Es doloroso siempre el final, querer y no poder…Muere el poeta, el poema permanece, o no…
Abrazos fuertes, Ludico, gracias por leerlo!