Vengo de una tierra lejana,
donde no cierra los ojos el sol,
donde los charcos abandonaron sus ranas,
y no quedan caracolas
donde se cobije el caracol.
Ando por la vejez de las nubes,
en su color gris y opaco,
allá donde el viento es amargo,
allá donde una brisa oscura,
cierra en teñidas cualquier dolor.
Música triste hace el sonido
del viento, cuando chocan en sus genios,
granos de polvo, y pasado
seco; estiércol de los mundos
monstruos, perdidos esclavos
del borrar de las Tunas.
Es casi la tarde, y no veo flores,
ni veo árboles ni pueblos;
mi abrigo y mi alimento es tan
solo mi miedo, al oscuro incierto,
al llanto no llorado de los muertos.
Me inspira el rodar de la noche,
porque sé que jamás fue perpetua,
todavía queda ver si soy duro,
si no confundiré con cristales venenosos,
la ingenua sonrisa
de alguna estrella.
¡Me ha gustado de principio a fin!
…mi alimento es mi miedo …al llanto no llorado de los muertos…
¡Me fascina!
Mundo encantado, mundo fantástico, que nadie entiende.
¡Bravo, bravo!
Gracias a ti Ale, por venir y brindar tu valioso comentar, de todo corazón, honrado por tu visita, verdadero amigo. Mil gracias Ale, poeta grande, eres tú. Abrazos.
El inusitado espejo de encontrar dentro de remotos lugares del que un día, así, la vida, hallará a imagen y semejanza, la misma heredad de tierra: Dictaminará el alma, el verdadero orden.