En rieles desnudos donde chispea la luna
hay durmientes que presienten y vibran
al son de locomotoras taciturnas
que buscan en estaciones tibias
rellenar nostalgias
con el combustible de la vida.
Tanto rechinar sus circulares pasos
despostillados
cargando inútilmente vagones
llenos de olvido
entre inclemencias de fríos abandonos,
abordaje de amores de pasada
-tripulantes ingratos-
y paisajes tras ventanas
en adiós constante.
Ven al calor de mi techo
a este metálico lecho
siente otra vez,
al menos un instante
el motor de mi pecho
el alma de fogonero
de maquinista ávido
de los últimos viajes.
Encendamos este tren
seamos sus émbolos humanos
generatriz de esencia y conciencia
que se mueva, enloquecido,
que bufe y exhale candente humo
que suelte su grueso quejo de silbidos,
fiera herida de placer,
al ritmo del cilindro que en su entraña
recibe el pistoneo que se desliza
lúbrico, colmado, derramado,
apuntando ciego a destinos sublimes
hasta el descarrilamiento
hacia la selva,
a las estrellas…
Pero qué arranque de pasión poética, querido Jesús.
Me encanta este verso… paisajes tras ventanas en adiós constante.
Es como la vida misma, siempre persiguiéndola y con la sensación de nunca llegar a tiempo.
Ojalá todos los trenes pudieran llegar a las estrellas.
Un poema preciosísimo y lleno de fuerza
Así es mi querida Walla. Todo es tan fugaz, tan efímero, tan no nuestro. De repente ahí viene el paisaje, nubes, montañas, aves, todo transita como viniendo a nosotros, pero pasa de largo y solo nos queda esa sensación visual que interiorizamos. Así, las personas, amigos, hijos, padres, hermanos. Estamos de pasada en este tren. Abrazos y besos que fluyen. Todo fluye en esta vida. Hasta el amor. El instante que esté todo esto con nosotros, hay que disfrutarlo hay que devorarlo con nuestros sentidos y entendimiento como nuestros ojos lo hacen con el paisaje, de verdes adioses. Hay que disfrutar este viaje con pasión y fuerza.
¿Qué tendrán los viajes que nos vacían la mirada, nos pone en abstracción y nos pone melancólicos?
¿Acaso, cuando conducimos de un lugar a otro, nuestro magnetismo es una red que atrae pensamientos que gravitan en el éter? Algo hay allí que la velocidad y la sensibilidad concentrada captura.
Ufff demasiado genial, demasiadas palabras precisas, demasiado certero en discernimiento.
Me encantan los trenes, sobre todo porque hablan, porque son testigos del trajinar de la vida, porque guarda secretos que jamás serán revelados. Está de más decirte que admiro mucho tu manera de versar. Un abrazo