Sola,
la Giralda
está sola
y es flecha sin blanco
que dispara
al aire
de una tarde incierta.
Sola
en su atalaya,
vigilando al tiempo
entre verde
y oro
de oscuros
naranjos.
Sola
a contraluz,
estática
sombra
clara
y vertical
de puro azahar.
En su prisma
luce
cúbica tristeza,
de día
anaranjada
en las noches
con luna, silueta
plateada.
Tus campanas
mudas
tocan el silencio.
Gira el Giraldillo
al albur
de vientos
que soplan
inertes
del alto Aljarafe.
Vigía
solitaria
de la abierta
herida
de un Guadalquivir
que sangra de agua,
que sangra
de sol
y gaviotas blancas.
Soledad
almohade.
Nostalgia mudéjar
de arcos calados,
sueño
lobulado
en las noches
de abril…de oscuras
callejas.
Y de día
piel de filigrana
y de lacerías,
espía
de tu plaza
del cielo azulado
en esta Sevilla
tan bella
tan rara
vacía
y solitaria.
La saeta aguda
de una madrugada
que resuena
como sierpe
en el alma
al aroma
de incienso.
La Giralda
está sola…
parada en su esquina.
…Y es flecha sin blanco
que dispara
al azar
la esperanza
en las tardes
lentas
de la vieja Sevilla.
Sola.
(Este poema lo escribí durante la cuarentena estricta que vivimos durante el mes de Abril. Un monumento tan visitado y entonces, en completa soledad…)
Mi foto: Vista de la Giralda desde el patio de los Naranjos.