Fue cuando cantó hermoso María;
fue cuando en su estilo, dejó la mesa lista;
provocando variedades de sonrisas.
Al unísono, ondeó cálido y magistral,
la señora flor, Hortensia; y trajo consigo,
a una dama “Artista de plata”,
que engalanó su entrada, a la mano
de un caballero, de nombre Edward;
él, trajo en su equipaje certezas
e historias brillantes y algo bohemias.
Y a los inicios de esta ocasión bendita,
desenvainó el violín, un ave de estaciones
diversas; su primera nota y latido…
fue: líricos sueños, breves pellizcos;
“emociones únicas de Marttucca”.
Un maestro de nombre Alejandro Poetry,
sirvió el vino, un vino añejo y amigo,
de una “especial” (espacial) cosecha.
¡Que buen vino mi amigo!, dijo feliz,
y sustentando el ritmo de la fiesta,
la dulce Alda, y sus girasoles sin cadenas,
ni plagas.
Entre los coros de las voces enfáticas,
las copas llegando, y los besos chirriando,
un caballero pidió bailar con la dama
de las copas rojas, “Madame Rbektd”;
¿Me concede esta pieza Mademoiselle,
dama de rizos dorados?, dijo MorAlex7.
Y así pasaron horas, escuchando la multitud,
las interesantes tertulias fértiles, de Ludico
y la primera dama, Varimar. No podían dejar
de llegar los músicos de la revancha;
la orquesta líder de la emoción vanguardia;
y sus voces primas, a saber: El señor Mucio,
Checha, Pedro el “Saltamontes”, y Monsieur Gollo,
el escultor de edades y tiempos;
y la vedette del grupo: Gioconda Burgos,
con su amor suave, y exquisito,
como dátiles y trigo.
Casi al final de los cantos, tomó la palabra,
un dúo que organizó un coro de sentidos,
en el momento; de la voz artista, con alma
de acento “Pequenho”, y un “Lauro” amigo,
que solo humildad trajo en su proyecto.
La modesta sencillez de Don Foncho,
iluminó el momento, con olmos viejos,
cedros, y sauces llenos de amores buenos.
Allí bailaba la luna, en esta fiesta de poetas
en serio, que amaron la pluma, con tinta
y compromiso de ser, más humanos, y buenos;
todos en los prados de un anfitrión, señor Osvid,
humilde y pausado, de luz propia, y sin ostento.
Alguien dijo: ¡Bravo Victoria!, Bojart tu apellido,
¡amad!, su oratoria; Minada repartía
las flores, con fragmentos de su corazón
y sin ansias de volátil gloria. También cubrió
de besos las manos y los sueños,
alguien con antifaz de “Sinmi”, pero con
realidad, de “toda suya”, toda llena, alma pura.
José Luis, “jregojo” de cariño, y con sus brazos
libres y abriendo puertas a compartir
sus glorias, tiró de la silla, a conceder
asiento a Enid, quién sostenía los colores
de la ternura; miraba la escena el poeta Rraffa,
quien aplaudió de paz la tarde, junto a Dee_Dee,
Galilea, LucíaGomes, y la poetica; Muss, Reve Cosue, y Martín Renán, los cuales brillantes además, hicieron fulgurar
a las tres partes del atardecer, con, y sin soledad.
Marta, que su alma en desgarres entrega,
dijo a voz tenue: ¡El regalo del príncipe Ruache,
llega!, ¿pero qué sorpresas entregó en la
ladera?; allí, donde es la Reina, una bella Carmen,
y sus Santos, que han de cuidarle.
Y así se embriagaron las horas, pero no con
vino, sino en poemas, que alumbraron sombras,
y suturaron abismos, refrescando rostros,
de llanto y penurias; para qué asomarme,
a ver si el sol se iba, para qué, si existe,
un Poémane, que comprende, y sabe
retroceder heridas.
(Cada semana, la recepción continua,
se ven llegando más gente, cada cual
con su esencia, sello, y valía; buenos y especiales,
honestos y prometedores guardianes,
honrarán la casa, acercándose decorosos
al baile). Imagen/ Pinterest/ Any Chávez de Melgar