Secreto idílico

Cuelga sobre la pared del baño “La Gioconda”. Justo frente al inodoro. Vicenzo, nunca antes había sentido mayor placer que sentirse visto por aquella imagen soñadora mientras vertía el metabolismo final de sus intestinos y de su vejiga. Él, era pequeño de contextura, y los que le conocían le recordaban siempre esbozando una sonrisa alargada como sus bigotes. Dos años celosamente guardó ese secreto idílico. “La Mona Lisa” estaba viva para él en el recinto más íntimo de su habitación.

P.D.
En agosto de 1911, un mortal italiano llamado Vicenzo Peruggia robó el cuadro de Leonardo da Vinci del Museo de Louvre en París, y fue recuperado en diciembre de 1913 porque él lo quiso así. Dando libertad a su amor y a su conciencia.

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Fuente: Pinterest

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Qué interesante anécdota hecha relato, Carlo.
Qué contrapuestos los vocablos arte e inodoro y, sin embargo, en este caso, aparecen perfectamente unidos :art::toilet:.
Un abrazo, amigo.

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¡Gracias amiga! Hay varias versiones sobre la historia del robo de la Pintura. Espero no herir susceptibilidades en esta versión propia.
Gratísimo siempre tus palabras.
Un fuerte abrazo.

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Una excelente historia, La Mona Lisa es una obra que causa diferentes sensaciones al que la ve, unos sienten que los sigue con su mirada penetrante, a otros los atrae, y a otros como a Vicenzo lo cautivó de tal modo que fue capaz de robar de un Museo como el Louvre esa obra. Como artista me fascinó tu relato, de ningún modo podría sentirme herida, este relato solo muestra lo que los humanos pueden sentir hacía un objeto. Abrazos para ti y los tuyos

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Qué agradable siempre poder leerte @varimar Que este fin de semana sea súper.
¡Un fuerte abrazo!

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El anecdotario artístico siempre da pie para muchas incursiones, en extremo curiosas y que permiten ampliar las visiones sobre las obras que han sido notables en el arte. Este relato es un ejemplo de esas curiosidades;

P.D. Yo creo que @Saltamontes , @Minada y @Selene.Arte les va encantar este curioso relato.

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¡La contemplación que bebió su alma durante dos años debió ser suficiente para nutrir las raíces de su incógnito idilio!
Bello relato de este encubierto romance.
¡Saludos cordiales, Carlomagno!

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Que bella historia, todo un amor a tan única y excelsa pintura, que pasaría por su mente en tan íntimo momento, muy original tu relato, poeta!!! Abrazos!!!

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Muy buen relato!!

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¡Gracias amigo! Entre las varias versiones de ese acontecimiento, existe aquel que nos relata que Vicenzo hurtó la obra por el simple hecho de hacerlo. Por el disfrute del robo, del pecado del robo - parafraseando a San Agustín.
Te abrazo siempre amigo, cuando te leo.

¡Muy agradecido Profesor Mucio! La historia de ese hurto a la Gioconda, tiene varias versiones. Puse el ojo, en el último acto, cuando Vicenzo entrega de motu proprio la obra.

Quedo muy agradecido. Un gran saludo

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¡Muy agradecido poeta! Siempre es motivador leerle.
Un gran saludo.

¡Qué bueno! Saber que le gustó. Aquella historia, la del robo, es muy interesante. A Vicenzo, le describían como un ser amigable. Hay una versión que indica que nunca intentó lucrar con la obra. ¿Qué hizo con la Gioconda dos años?, es un misterio.
Un fuerte abrazo.

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Quedo siempre agradecido.
Me alegra mucho saber que le gustó.

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Un relato magnífico, amigo Carlos. Ingeniosamente ideado y escrito con agradable picardía.
Te felicito.
Abrazos

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Pues es un relato muy interesante.Le diste tu propio giro a esa historia sobre la Gioconda, muy original. Todo cabe!
Las cosas que puede hacer la admiración por algo y por alguien, como ese Vicenzo… jejejeje :grinning::grinning:
Abrazo fuerte, Carlo!

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¡Muchas gracias amigo! Me alegra como siempre tus palabras.
Un fuerte abrazo

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¡María, muchas gracias! Muy agradable siempre saber que ha sido de tu agrado.
Un fuerte abrazo

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Magnífico relato… Sin duda Vicenzo estaba fascinado con la enigmática dama… y quiso su mirada solo para él… Un saludo afectuoso, compañero.

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Quiso su mirada y su olfato, quizás de allí heredó la “mona lisa” la célebre sonrisa sardonica que le identifica.
P.D. Leo da Vinci en una época tuvo un mono por mascota que no tenía arrugas en el rostro ni en el codo ( la leyenda no especifica si en otras partes), sus allegados y amigos apodaron al simio como el mono liso.

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