Hoy te vas, pero te quedas.
Eres de los elegidos, que nunca se van.
¡Cómo vas a morir si tú voz sigue viva!
¡Cómo va morir tu idea y poesía
si ya te regaste generoso en el tiempo!
¡Cómo vas a estar muerto,
gallardo caribeño,
si ya te sembraste en el aire!
¡Cómo, cubano de ébano,
patriarca de la trova,
de hoz y dulce caña,
va morir tu canto ensortijado en el trópico!
¡Cómo no mantenerte vivo,
si nos emparalelamos a tu revolución
y educamos en tu romanticismo!
En tu ritmo maduramos dolor y amor
estremecidos cual cuero de tus congas.
Cada amanecer,
acomodo los huesos dislocados dentro de la piel,
me levanto con más años y una esperanza menos.
El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos
y el amor no lo reflejo como ayer.
Algo de energía perdí pisando las calles rebeldemente
alzando el puño
escabulléndome de traiciones
en la defensa de la dignidad,
en la protesta más limpia
por ideales de igualdad y justicia.
Algo de amor gasté
apostándole a promesas eternas
y cuando sobrevino el abandono,
con estrellas de soledad en el cielo
y toda la oscuridad colapsó sobre mí,
supe de que estaba hecho:
revolví tequila con tus canciones
y de un sorbo, me apuñalé el alma.
Ebrio de pasado
emborraché al futuro, trastabillante.
Y las Proposiciones
se quedaron sin cumplir el último sueño.
Y ya no pido
-nadie quiere-
las palomas que suelo mirar
y se acaban las razones para respirar,
bajar una estrella azul
o llenar el espacio con su luz.
Una y otra vez me acabó
el lamento violinesco del breve espacio,
en el que siempre había sido ella.
El amor de mi vida…
de verdad,
me fundiré en la noche donde me aguarda la nada,
me perderé en la angustia….
de no tenerte.
La novia que nunca tuve…
en realidad, sí la tuve
¡Cuántas veces le dijiste mi amor con tu voz
mientras yo me ocupaba de los besos!
tantas veces remamos caricias en tardes enteras
sobre la barca de tus canciones.
Cuantas veces ha de suspirar al escucharte
y recordar,
que un día estuvo entre mis brazos
en este breve espacio
donde ahora…ya no está.
Llevará una hija de la mano por la plaza
y otra mano estará en su talle,
recargará por las noches su fragante pelo en otro pecho
como antes en el mío.
Pero cuando ella te escuche,
el amor, el eterno incomprendido,
será herido
como las cuerdas del primer violín de Yolanda
y ese suspiro arrancado de lo más profundo
seguirá siendo mío
(aunque sea de otro,
sus suspiros siempre serán míos)
lo traerás en las melodías,
lo recibiré siempre,
al escucharte también
como enamorados separados
que ven la misma luna,
donde estarás por siempre,
Pablo amigo,
cantando al amor
y a los sueños posibles.