Corría el año 1937 (Guerra Civil española). Vivían en un pequeño pueblo de Andalucía y tenían cuatro hijos, más uno en camino.
Él, maestro de escuela, fue llamado a filas.
Ella iba cada poco tiempo a la capital en busca de noticias de su compañero.
El día que vio su nombre en la lista de caídos en la batalla de Brunete las piernas le temblaron y cayó al suelo.
El militar al mando del cuartel le ordenó que se levantara y al no poder hacerlo la pateó repetidas veces, pese a su más que evidente y avanzado estado de gestación.
A consecuencia de los golpes dio a luz a los pocos días. El bebé vivió pero ella murió poco tiempo después.
Él era A. M. G. Llegó a ser Ministro del Ejército y Vicepresidente del Gobierno de Franco. Condecorado por Hitler por su labor como jefe de la División Azul.
Como homenaje tuvo una calle en Madrid con su nombre hasta 2018.
Ella era mi abuela. Dejó cinco niños huérfanos.
Mi abuelo sigue desaparecido en una de esas cunetas de la vergüenza.
Hoy es 14 de abril, día en que se proclamó la II república española, democracia que acabó de forma tan trágica.
Gracias por contar una historia tan personal en el día de hoy en recuerdo de tus abuelos. La memoria de los familiares y de algunas asociaciones es a veces lo único que impide que caigan en el olvido. En este país algunos quieren que se olvide o retorcerlo todo a su antojo. Que nunca olvidemos lo que ocurrió para que no vuelva a ocurrir nunca.
Has hecho que me emocione con tu relato tan íntimo y personal, tremendo amiga. Esas cosas nunca se olvidan en el ámbito familiar y no se deben olvidar porque con ellas crecimos y son parte de nosotros, de nuestro pasado. También mi familia sufrió lo suyo y lo de más allá.
Pero este relato también pudo ser de otros, de tantos que se encontraron en esas díficiles circunstancias, de los represaliados, de los que no aparecieron nunca.
Me gusta que en este día de la proclamación de la República hablemos de ello.
Yo siempre digo: “no debemos dejar que se olvide el olvido”, sobre todo para que no vuelva a repetirse…
Un abrazo muy fuerte y solidario!
Gracias por compartir una parte de tu historia tan dolorosa como sobrecogedora, tan cruda como real, una auténtica barbarie humana, un desprecio absoluto a la vida humana, al sentir humano, una auténtica vergüenza, tantas vidas destrozadas y humilladas y que todavía haya cadáveres en las cunetas, sinceramente me revuelven las entrañas. Tal día como hoy de 1931, España soñaba con libertad, igualdad y justicia social, lástima que todo se vio truncado y tantas muertes inocentes masacradas, no se puede olvidar, claro que no, amiga!!!
Hola estimada Wallacegere.
Nos cuentas una historia que verdaderamente estremece.
Tus palabras alimentan la memoria, tan necesaria en los pueblos para que estas atrocidades no vuelvan a ocurrir.
Gran abrazo desde el sur!
Mi abuelo era un simple jornalero que iba a la Casa del Pueblo. Ese fue su ‘delito’ para una pena de 30 años de cárcel. Salió antes, a los 5-6, pero le hicieron la vida imposible en una postguerra que dejó muchas más víctimas.
Con un tiro de escopeta en la nuca, la causa oficial de su muerte fue el suicidio… Mi padre tenía un año y mi tío 2.
Duele… mucho… y tiemblan las piernas y el cerebro al recordarlo… pero si hoy vivimos, el mejor homenaje es no olvidarlo y seguir escribiéndolo. Gracias, mi Walla… gracias
Toda la razón, compañero.
Hay que seguir contando las historias personales para que no caigan en el olvido, hasta que haya reparación, justicia.
Gracias por leer y comentar
Pues sí, María. Hay tantas historias como esta, tanta atrocidad no contada, sin justicia, que lo menos que podemos hacer es que no se olvide y sobre todo, como bien has dicho, que no se repita.
Besitos, guapa
Me alegra mucho que compartas mi sentir, amiga.
Como bien dices no podemos dejar que se olvide tanta atrocidad hasta que no haya reparación.
Muchas gracias, Ana
Impactante tu relato, una crónica que has sabido trasmitirla y hacerla sentir profundamente. Víctimas como tu abuela llenarían páginas infinitas.
Todas las guerras son aborrecibles y no se pueden olvidar.
De los recuerdos salen relatros como el tuyo, que de una u otra forma despiertan conciencia para hacer todo lo que se pueda por evitar que se reediten.
Me conmovieron tus líneas.
Fuerte abrazo, querida Walla.
Tremendamente emocionante. Ojalá escritos como el tuyo ayuden a no olvidar sucesos que nunca debieron ocurrir. Te felicito enormemente, @wallacegere. Abrazo.
