No sé usted, pero me inspira dulcemente.
Sobre el delgado follaje de los lirios,
la vida se disuelve lentamente
y lo imagino caminar junto a la fuente.
Un gorrión lisonjero, abre sus alas
para acogerlo en la caricia de la brisa.
En el céfiro, mariposas amarillas danzan
con la suave dulzura que lo abraza.
Un delicioso olor a sandías madurando,
se esparce en las colinas imponentes.
No sé usted, pero me inspira, dulcemente.
Lejos, un sonido de oraciones perfumadas
entonando una canción de madrugada,
con incienso de liturgia, que conmueve.
Un verbo conjugado con su nombre,
me acuna con murmullos seculares.
Y usted, cual señor imponente de los mares,
que no sabe, que lloro en sus canciones,
cuando evoco muy triste su partida
con tonadas que resuenan en el aire.
No sé tú…, Lucía. Eso que has escrito si que es imponente:
“Y usted, cual señor imponente de los mares,
que no sabe, que lloro en sus canciones,
cuando evoco muy triste su partida
con tonadas que resuenan en el aire”
Nos enseñó a enamorar en la delicada ternura que contagia y embelesa. Todavía…, y para siempre.
¡Feliz Año Nuevo!
Ahh que sentidos versos para recordar al bolero del amor del gran compositor y autor, me encanta tu cierre, con esas lágrimas que sus bellas letras nos hace emerger!!!