Todavía se escuchan las pisadas,
ese tenue susurro de luz rota,
gastada, que nos deja esa derrota
de la noche en las sendas ya borradas.
Las estrellas se ocultan, abrumadas,
tras el cometa ardiente, donde brota
la vida y su sentido, y se alborota
la música de edades devastadas.
Bajo un árbol descansa el peregrino,
buscando ese destello, ese destino
del hombre que sufrió en su cautiverio.
Lejos, en otras tierras, un profeta
entona una palabra, muy secreta:
Navidad. Y se adentra en el misterio.