La profanación

Aquella madrugada de octubre José no estaba para bromas, la abstinencia involuntaria irritaba sus nervios y llevaba ya una semana sin poder conciliar el sueño. De tal modo que no le supuso esfuerzo esperar a que el dispositivo de seguridad bajara la guardia, para poder llevar a cabo el plan tan discretamente tramado la noche anterior. Pacientemente aguardó leyendo la sección de contactos del periódico hasta que al fin su mujer emitió los primeros ronquidos tras los que, aliviado, cerró los ojos, respiró profundamente y guardó bajo su abrigo la palanca de hierro antes de cerrar tras de sí la puerta con estudiado sigilo.

Tres cuartos de hora exactos, cuarenta y cinco minutos justos fue el tiempo que transcurrió desde que saliera de su casa hasta conseguir levantar la tapa de la lápida de su abuelo y volver a encontrarse, desvencijado ahora por el tiempo y las alimañas, con el cajón de pino carrasco que él mismo ayudó a arriar al hoyo. -Tanto reírme de tus rarezas y ahora me van a salvar el culo, eh, viejo-, murmuró deslizándose lentamente al fondo del foso que olía a muertos y como a vino añejo.
Precisamente el olor a ésto último lo excitó de tal manera que apenas necesitó un par de minutos para abrir el féretro. -Mmmm…igual de apetecible que cuando te metí ahí-. Se refería a la última voluntad del abuelo Saturnino, a la botella Viña Vermeta con que pidió ser enterrado. Sin pensar, sudando, tembloroso por el deseo, retiró la funda protectora de caucho que la envolvía, quitó el tapón ayudado por su navaja de cortar hachís y, acercando la nariz a la boca de la botella para aspirar con los ojos cerrados, exclamó: -¡A tu salud, abuelo!

No se derramó una sola gota fuera de su boca herida por la abstinencia. Tras quince años, el valioso contenido cumplía su cometido. Calmar al sediento, alegrar la vida de los vivos.

Una vez saciada la necesidad y habiendo arreglado, no sin cierta torpeza, todo cuanto había causado, regresó a casa describiendo las características eses del ebrio. Su mujer seguía roncado mientras él se desvestía para meterse en el catre. Todo seguía en orden. Todo discurría según lo previsto. O casi. Porque varias horas más tarde unos gritos lo despertaron. Aterrada, su mujer lo miraba a los pies de la cama con cara desencajada.

-Qué te pasa, nena, estás loca o qué-, murmuró todavía somnoliento.

-¡Corre, corre y mírate al espejo!, ¡corre, por favor, José!

Entonces, torpe aún se incorporó y dirigió al cuarto de baño. Entre asustado e intrigado encendió la luz. Tuvo que frotarse varias veces los ojos para creer lo que veía. Su pelo había encanecido, las arrugas le arañaban de punta a punta el rostro treintañero y numerosas manchas oscuras salpicaban su piel. La persona que veía aparentaba por lo menos cuarenta años más de los que realmente contaba. Pero no tenía duda de quién se trataba. Esa verruga en la barbilla, esos dedos huesudos llenos de vello, las orejas puntiagudas, los labios amoratados e incluso ese “amor de madre” tatuado en el pecho le resultaban lo suficientemente familiares como para ignorar en quién se había convertido. No obstante, todavía alcanzó a experimentar cierto alivio cuando notó en su entrepierna un descomunal bulto que apuntaba al cielo.

-Bueno, al menos también he heredado el secreto del éxito del viejo Saturnino-, dijo soltando una carcajada que hizo estremecer de pánico a su mujer.

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Ostras, me ha encantado esta tragicomedia de terror.
Soy una fan del género. Me quedo con las ganas de saber cómo discurre la vida de José tras su “herencia”.
Bravo, David :clap:.

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Lo importante es lo importante :). Un relato muy original que tiene un poco de todo: intriga, terror, sorpresa y humor. Y es que los que sabemos apreciar el valor de un buen vino somos capaces de todo por conseguirlo,como hizo tu protagonista.
Me encantó,David.

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Ahhh… un relato genial!!! Me ha enganchado desde el principio y me ha dejado con la boca abierta. Buenísimo! :clap: :clap: :grinning:

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¡Wow! Me ha encantado este intrigante relato, @David. ¡Aplausos! :clap: :clap:

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Buenísimo relato, descrito al detalle, muy bueno, jjj me gustaría ver la cara de su mujer, todo un poema, jjj, esta claro que todo se hereda, jjj, brillante, poeta!!!

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:clap: bien hilado, perfectamente narrado, y celestial final :wink:

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¡Huyyyyy…!, si me pusiera a desgranar la existencia de Pepe tras su osadía, tendría que dejar el relato y entregarme a la novela. :joy::joy::joy::joy::joy::joy: Me gusta que te guste. Un abrazo bien grande, poeta.

Hola David.
Qué buena prosa tienes!, también.
Tiene una lectura que engancha desde el primer renglón y que fluye muy bien. Gran final, estupendamente resuelto.
Al leerlo me ha recordado a Ruiz Zafón, con tintes de los relatos de Allan Poe.
Estoy de acuerdo con Wall, yo también espero que esta sea la primera entrega de las crónicas del viejo Saturnino.
Ya nos irás contando.
Un abrazo amigo

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Jajajaja! Que relato maestro!!
Me encantó ! La parte final magistral David!
Como escribes amigo!
Tienes algún relato publicado?

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Ah!! Qué bueno tu relato!! Me atrapó desde el primer instante!! Y ese final…de campanillas!! Jajajaja :smiley::smiley:
Saludos, David!

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Gracias, Joaquín. Un lujo contar con tu atinada opinión.

Superaste lo más difícil en todo relato; enganchar en las tres primeras líneas, el tránsito entre lo tenebroso y lo fantástico
Transcurre muy convincente y la nota de humor grotesco. Excelente.

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¡Gracias, Carmen! Un besazo.

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Me alegra que te haya gustado, Alejandro. Contento de saber tu opinión. Un abrazo.

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Siempre con una palabra amable en la punta de los dedos :relaxed: Muchísimas gracias por tu atención. Que tengas un fabuloso martes, Ana.

Gracias por tus palabras, Ginés. Animan a seguir escribiendo. Un abrazo.

Aprecio tu comentario, Carlos. Muchas gracias por animarme a seguir garabateando el papel. Un abrazo grande, Grande.

¡Hola, Joan! De relatos, nada. Tengo un poemario: Claroscuros de luna. Muchas gracias por los ánimos que me das siempre. Un abrazo.

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¡Muchas gracias, Carmen! Contento me quedo sabiendo que te gustó. Un abrazo pasado por agua. Feliz miércoles.

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