Mustia se vuelve la vida
cuando la parca aparece
que lozana se estremece
con su guadaña querida
llevando un alma perdida
allende el frío camino
al morirme me imagino
en la oscuridad silente
de mi cadáver presente
con el tiempo mi destino.
Yo no entiendo cómo es que hay lectores de poesía que, como que le sacan el cuerpo a este tipo de poesía mortuoria… les es incomodo. Tú llegas a leer, por ejemplo, un poema que, a mí me fascina, LA CARNE NO TIENE RUIDO, del poeta Carlos Contramaestre y te atrapa la belleza de las palabras que Carlos supo escoger para expresar lo que dijo… ¡El poema es brutal!, finaliza con la imagen de un colibrí nervioso revoloteando sobre una fría lápida de mármol.
Una Décima Espinela octosílabos perfecta, muy bien lograda.
Tema lúgubre quizás, muy a mi gusto (no sé si al gusto general, je je).
Me gustó mucho la forma en que lo desarrollaste.
La muerte, tanto para el que le gusta hablar de eso, como para el que no, es nuestro destino.