Cuando regreses de tormentas interiores
no intentes atrapar la lluvia con las manos.
Déjala caer,
déjala correr,
que diluya el furioso vendaval.
Busca refugio en los bellísimos rincones
que aún existen,
donde la paz se respira,
donde la paz te desborda,
donde el silencio
es murmullo sosegado del viento…
Desliza lentamente tu mirada
y abre la puerta
a todos tus sentidos.
Luego…
cierra los ojos.
Aspira los aromas
de la tierra.
Escucha el mantra susurrante
y cristalino del arroyo,
el soplo fresco de la brisa
entre el ramaje.
Expande el alma.
Y déjate llevar…
(quedamente)
como hoja sobre el agua…
Que paz transmiten tus armoniosos versos, la verdad es que deberíamos llevarlos a la práctica y seguro que viviriamos más en consonancia con la naturaleza y con nuestra propia salud!!! preciosa sintonía amiga!!! bssss!!!
Gracias a ti, amiga! Me alegra que te produzca ese efecto. Ese lugar relajante del poema está en la sierra de Aracena, lo tienes muy cerquita…Río Múrtiga.
Un beso!