(A la encina)
Encina.
Quercus fuerte.
Refugio.
Sobriedad.
Reciedumbre campesina
y humildad.
Oscura
y solitaria
clavada en la raya
del horizonte.
Arropada
por la niebla
en la mañana.
Tronco inmenso,
teñido en los inviernos
de verde y blando musgo
que chorrea,
en la alborada,
finas lágrimas de lluvia.
(Escarcha de amaneceres
tus hojas cristalizadas).
De mayo y sus calores
sombra acogedora,
manta perfumada,
flores
de retamas amarillas,
de lentiscos y jaguarzos,
sombra tuya,
olores.
A tu sombra
amores.
Vieja,
adusta.
Altiva e impasible.
Estática y lejana
entre tomillos y jaras.
De silueta recortada
en verdeazules.
De imperiales águilas,
atalaya.
De milanos,
de avutardas,
y de grullas
refugio,
nido,
morada.
Firme y robusta.
Tan callada.
En la dehesa
siempre enhiesta.
Ancestral.
Imperturbable.
Eternamente
extremeña.
Escrito en febrero de 2011 y publicado en el antiguo Poémame.
(Dedicado a la encina, árbol emblemático siempre presente en nuestros paisajes y en especial en Extremadura, que está sufriendo ya los efectos del cambio climático, con muchos ejemplares muriendo con la terrible enfermedad de “la seca”.
Hace unos días se celebró El Día Mundial del Medio Ambiente por eso lo traigo aquí. Cuidemos el Medio y la Naturaleza, son nuestra casa…)
Foto: Encina “La Solana” De extremadura.com