A veces, los recuerdos son blancos, como aquella nieve de pétalos en los mayos de la infancia.
Celindas… Verde y blanco enmarcando un pozo pintado de cal que refulge con el sol primaveral en los ojos de ayer. Agua fría del pozo y su aljibe de azulejos donde refrescaba mis manos y mi cara sudorosa, mientras la bomba de agua subía y bajaba en un alegre y cristalino chorro que salpicaba mi vestido y me hacía reír, con una risa líquida…limpia y clara.
Otras manos más grandes, amadas y suaves, recogían las ramas florecidas y, amorosamente, forjaban un ramo perfumado de blancura impoluta. Y mi alma de niña se abría en un cielo de dulces aromas…
Blancas celindas
exhalan dulce aroma
de tierna infancia.
Un alma blanca de bella infancia, el blanco de bellos ramos en las mejores manos, blanca de pureza, de amor, de inocencia, de imborrables recuerdos.
Tierno tu poema. Abrazos navideños para ti y los tuyos
Muchas manifestaciones tiene un mismo universo, dependiendo del ente observador, el tuyo se transforma en plácido apotegma dónde el esfuerzo de “las manos más grandes” son amadas y perfumadas como una manera de sentir que el mundo (tu mundo) es bello.— Aplaudo por el concepto visual centrado en la belleza.
Qué aroma más tierno y primoroso desprenden tus versos entre risas y recuerdos infantiles bajo el tacto de unas manos amadas, esos paisajes siempre esbozan una sonrisa, amiga!!!
Cada vez que veo esas flores y huelo su perfume me viene una bocanada limpia y fresca de mi infancia. Es un recuerdo…con mi madre como protagonista. Le encantaban esas flores que huelen a mayo…
Gracias, Varimar! Un abrazo fuerte.
Esas manos grandes y suaves me guiaron por el mundo de la infancia…y me señalaron el camino. Siempre será, este que narro, un recuerdo hermoso grabado en la memoria.
Gracias, Ludico, por leerlo.
No da lugar a otra interpretación, por el carácter de tu haibun, no obstante para un niño, la mano grande no es tan grande, la vemos grande, la sentimos inmensa y protectora, pero el tiempo, demuestra su vulnerabilidad y eso arrastra dolores, por fortuna nos queda el pasado para recrear y sentir de nuevo aquellos instantes de “manograndesa”.
De las mas grandes virtudes de la poesia, destaca la propiedad de ser evocativa, sin ajustarse necesariamente a las verdades etimológicamente univocas, y eso la autentifica, la engrandece y la embellece. En este caso, (tu caso) es un recuerdo hermoso y aprecio que lo compartieras, sobre todo en esta época. Saludos con afecto desde la provincia de Buenos Aires.
A fin de cuentas, no se trata de entenderla, sino de disfrutarla o no…lo mismo que con el resto de la Poesía, llega o no llega…
La clase de estructura no es lo importante, al menos para mí.
Gracias por leer, Alfonso.
Así es, los recuerdos son reflejos deformados de una realidad pasada por diferentes tamices, con añadiduras o restas, pero lo bueno vivido siempre se abre camino al fondo de ese pozo.
Gracias de nuevo, Ludico.