Tienen como origen una incógnita
fundida,
sorpresiva,
horadante.
Cuanto más breves, más interpretables.
Han roto la pared de la lectura,
para seguirlas hay que lanzarse.
Son cascadas,
son gotas de alma,
tan perfectas
y elevadas
que en el rastro
de su paso
yo deseo
ser,
estar…
Y no sé de dónde fluyen…
pues sus voces son lejanas,
como piel de un universo
que yo ansío vislumbrar…
Y en el haz de su caída
siento muerte,
paz
y vida…
piedra negra,
cruz,
herida…
y algún tipo de final…
Final que es próxima amenaza,
si hay caída será desmesurada.
A la certeza, la duda asalta:
¿Habrá muerte o habrá vida?
¿Dará la herida paz?
-Resulta temible esa piedra negra.-
Abstracción,
silencio,
zancada.
Brazos en cruz,
pensamientos ingrávidos
agitando corrientes dormidas
en busca de un remanso.
Cenizas del ayer flotante
en la atmósfera acuosa se han posado.
Términos
súbitos,
métricas
ínfimas.
Realidades que ensanchan
el paso sinuoso de la inspiración.
Palabras renacidas
y puntos que giran,
bailan,
deliran…
en lo alto y en lo bajo,
en lo oscuro y en lo claro
de un adentro hecho esplendor.
Emerge oxigenado el sentido
esculpiéndose con símbolos
su escalón.
Desde la fuente blanca
se va haciendo discurso
el rumor.
Rápidos,
saltos,
vuelos
hacia un azul profundo.
Son cascadas
que se alargan
sobre círculos y líneas
hechas luz,
cielo
y sendero…
lluvia azul,
mar
y deshielo
de un latido a contraluz.
Foto propia: cascadas del Bergús. Vall de Boí