A él, que cruzó la selva un día
con alforjas de cacao y biscuit.
A él, que desembarcó en la costa
impregnado del bouquet de un colibrí.
A él, que discurre por los verbos
al derecho y al revés.
A él, que un día bautizó la flecha
con signo sustantivo de siamés.
A él, que ha traído por ofrendas
arias de Dante y un budín.
A él, que ha partido de la sierra
en un bici sin bitácora y sin fin.
A él, que en precaria balsa de bambú
recorrió de arriba abajo el Huallaga.
A él, que en aroma de guayaba
se apareció un septiembre en Chascomús.
A él, que pinta estrellas relucientes
en las salas de emergencia.
A él, que en albas noches, siembra
fe en el hálito vital de sus pacientes.
A el, que le vale madre un carnaval
si la fiebre asalta las pieles del infante.
A el, que en en su hora más frustrante
halla sosiego y armonía en linda Coral.
A él, al que ningún oráculo idolatra
por una línea de hospital de mis amores.
A el, que a Vallejo rinde honores
y a Watanabe, en un café con el pediatra.
A el, que percibió el alma prensil
en los deditos de Eva Angela al nacer.
A él , que en la oscuridad de mi taller
recibo lumbre de la alteridad de su candil.
A él, que en catedrales y escuelas
con honestidad tatuó su nombre.
A él, que en las horas del insomne
escribe versos a Linda Gabriela.
A él que desvela en aconteceres cuánticos
y que ha paseado apretujado en un Twingo.
A él, le dedico con amor este domingo
el estribillo de estos canticos.
Dedicado a : @carlogaru20