(Sentado en mi mesa pienso
en que se acabaron los días
de despertarme contento,
con las manos encendidas)
Hoy el cielo se ha muerto
entre luces de hipocresía:
dolor escondido y preso
en almibarada poesía.
Cadáveres de la alegría,
las hojas rotas que el viento
nos escupe como podridas
palabras que se nos murieron.
Hoy reír es una cuchilla
que nos raja todo el cuerpo,
y nos recuerda que la vida
se nos murió sin saberlo.
Sentado en mi mesa pienso
que todo acabó muy deprisa
y que ya no me queda tiempo.