Si mis ojos anuncian alegría
no busquéis detrás de mi mirada;
siempre hay sombras, improntas del invierno,
arrebujadas tristezas que, como burbujas,
estallan cuando menos te lo esperas
balbuciendo historias imprecisas.
¡Quién diría que una nube tan pequeña
pudiera ser capaz de tal tormenta!
Si mis ojos anuncian alegría
fijad la vista en el paisaje:
en el geranio ya apuntan flores rojas.
"Quien diría que una nube tan pequeña " pudiera dibujar tales nefelismos, “huele al viento de abril, gracioso y leve” cada uno es un raudal de infinitud en la misma etereidad del ser. Yo le aplaudo y celebro la llegada de un nuevo hidrometeoro en cristal de poeta. —Aplaudo.