Nuevo placer engañoso,
me arrastras hacia la envidia.
Tú, víctima de desidia,
del deseo tormentoso.
Espina en mi calabozo,
flor hermosa del pecado.
Me conociste apenado,
actuando como el gran tonto
Ese mismo que de pronto
despertó por ti encantado.
Una pena tu jardín,
que yace tan maltratado.
Es un pobre condenado
Con su néctar de jazmín.
Quizás es tu paladín,
fallando como guardián.
Mas no culpes al patán
mientras se roba tus besos;
en especial los traviesos.
Debes cambiar de Tristán.