Si libro la batalla de mis actos
poniendo en serias dudas mis virtudes,
¿quién podrá reprimir mis actitudes
previendo del demonio sus contactos?
Si hasta de mis principios más abstractos
en la memoria guardo gratitudes,
si al andar en honor de multitudes
aún conservo afectos casi intactos.
Si hasta cuando me duermo en los laureles
por el bien de lo ajeno me desvivo
con igual proporción que mío fuera,
hasta perder incluso los papeles,
que de modo bastante imperativo
tiempo ha pasado que no soy quien era.