Ya no podemos

Ya no podemos seguir dictando las normas
[de las flores,
de sus perfumes y limosnas.
Hay que luchar contra la ceniza de los versos,
contra la muerte que nunca olvida,
contra la efigie de todas las tardes derrotadas
en lánguidos versos sin memoria.

Como apátridas, hemos de vivír bajo la luna
de cualquier país devastado,
en el pétalo de cualquier trino perdido,
cada vez más ajenos,
cada vez más tristes,
mientras ruge la tormenta.

En el aleteo de un pájaro que agoniza.
En la escondida ternura de las azucenas.

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Todo un grito de exilio y una odisea sin patria, contra la ceniza de los días.

Un poema que se percibe como combate y nostalgia persistente.

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Muchas gracias por tus excelentes y sabios comentarios. Un saludo.

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Es de una gran belleza devastada tu poema…
Un saludo, José Antonio.

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Muchas gracias por tus amables palabras. La belleza reside en el lugar más insospechado. Un saludo.

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