Ya danzan las olas,
con ritmo muy lento,
el vals de los mares
que mandan los vientos.
Un baile sencillo
y en otras violento,
depende del aire
que envíen los cielos.
A veces se rompen
y surgen arpegios,
gemidos y llantos
y algunos lamentos.
Así son las olas
del mar, en enero,
aviso y constancia
de estar en invierno.
Y el hombre y marino,
las mira de lejos,
quizás en la playa
y cerca del puerto.
Las barcas, atadas,
descansan con celo,
y duermen tranquilas
un plácido sueño.
Algunas gaviotas
emprenden el vuelo,
del puerto a la playa
buscando alimento.
Tú miras, poeta,
el cuadro y el verso,
surgiendo en el alma
la voz del recuerdo.
Y el baile te inspira
y aprecias con celo,
los labios que, un día,
besaste sin miedo.
¡Qué tiempos, pensabas,
de amor y de sueños,
atrás se han quedado
y hoy buscas el beso!
Rafael Sánchez Ortega ©
28/01/25