Las jaulas de oro, siguen siendo tristes para los pájaros que añoran su libertad. Un ruiseñor puede cantar muy bello, pero cuando está enjaulado, siempre tiene en su canto, un deje de tristeza. Todos necesitamos volar libres, para alcanzar la plena felicidad. Magnífico poema. Un saludo.
En tus versos, querida Sin mi, siempre encuentras la forma de orlarlos con esa belleza expresiva y sentimental que te caracteriza y te refleja como pez en el agua., en su agua, siempre pura, fresca y cristalina, pero nacida de sus lágrimas, como si en ellas hallaras disfrute, que traducido en honor a la verdad, pudiera calificarse masoquismo encantador, en el mejor de todos los sentidos.
Me ha llegado hondo tu poesía,
Besos y abrazos de carino y amistad.
Precioso poema, querida Sin! Esas alas son imprescindibles, las necesitamos para remontar del suelo que nos ata…y volar a lo más alto. Hay que intentarlo siempre, remontar, remontar…
Abrazo enorme, amiga!
En síntoma de oración (o plegaria para ser preciso), se siente la declaración en el verbo cortar, faltaría un ruego, una súplica para convertirlo en expresión sagrada. Ma ha encantado ese tono procedente de convento o reclusorio que lo hace triste sin ser patético. Lo Aplaudo.
Qué hermoso comentario, casi me haces llorar.
Así es, las jaulas son jaulas aunque sean de oro y nos quitan esa libertad tan añorada, que nos impide ser quien somos. Las alas, de hueso y carne dan más felicidad que todo el oro del mundo. Mil gracias por tu amable lectura y comentario. Saludos cordiales.
Es una tristeza en la que se ahoga mi alma, nada hay de pretensión en mis versos, sólo son producto de mis heridas. Mil gracias por tu lindo comentario, estimado amigo. Perdona la tardanza, he estado con muchas ocupaciones. Abrazos navideños, mi estimado amigo.