Venían en hilera las naves del insomnio
y las enredaderas advertían su llegada.
El pelo encanecía de recitar poemas
con los ojos cerrados y sin decir su nombre.
Y yo era el mar y el mar era bueno conmigo.
Venían en hilera todos los pensamientos
y el agua transparente brotando de su fuente,
con un vals sonando y la vida de siempre.
Y la luz era amable y alumbraba el poniente.
Venían en hilera la ausencia y el olvido
y ojos como espejos reflejando el deseo
con los labios muriéndose de sed muy lentamente.
Amorosa esperando las sombras en la noche,
y yo era el amor y Dios…era bueno conmigo.