Y tú te vas
y lloran los almendros
ante tu ausencia.
Y aquí nos dejas
las flores, marchitadas,
de primavera.
Atrás quedaron
tus huellas y pisadas
por los senderos.
Y aquellas tardes
de besos y susurros
son un recuerdo.
Llega el silencio
con voz muy melodiosa
que hace temblar.
Y hasta se esconden
las dulces golondrinas
de los poemas.
Lloran los sauces
ausentes de tus letras
y tus palabras.
Y tú te vas,
mi bella mariposa
para otras tierras.
Van en tus alas
las gotas de rocío
de mis pestañas.
Pequeñas perlas
con besos y latidos
del corazón.
Porque te amé
y te amo, todavía,
siento tu marcha.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/03/25