Las olas del mundo relinchan y los cielos tiemblan.
Te recuerdo…
Tinta, papel y ron.
Una hoja de papel amarillenta
perdida en el tiempo
una sonrisa esquelética
truenos destrozándome el alma
relámpagos calcinando mi corazón.
Ya no hay lágrimas, nunca volveré a llorar por un alma en descomposición.
Fruta podrida, cuadros sin oxigenación.
Caer desde lo más profundo…
Dejarme ir entre velas y murciélagos.
Montañas de esqueletos, piel descompuesta, un mar negro de emociones indiscretas.
Ya no quiero verte en mis sueños
ya no quiero herirme con tu recuerdo.
Voy a caer… y, me haré pedazos.
Mi alma duerme en algún lugar del mar
duerme en el frío de la soledad
espíritus jugando en la habitación
en la oscuridad detrás de las ventanas
cuervos y ratas…
Un vampiro chupa mi sangre,
mi piel se marchita,
mi cuerpo seco,
lívido mi espíritu.
Ya no confío en el amor… ni en los recuerdos.
Ya no hay un mar de heridas desangrándose, ya no hay un alma habitando mi ser.
El relincho de una ola marina, rompiendo la quietud del cielo; (fantasía encabritada sobre la metáfora) para extirpar de los sueños lo que fue y ya no es; los cuervos siguen vigente y la transformación de la hipérbole afortunada relumbra con autonomía dentro del poema —Aplaudo porque me ha fascinado el oscurantismo brillante que distingue tu poesía.
Me quedo muy agradecida con tu cariño y bellas palabras. Te lo agradezco.
La lluvia siempre es agradable por varios motivos: el sonido y su suavidad, la intensidad con la que golpea el piso y también su romanticismo con que demora en caer, nunca es muy fría, ni muy caliente. Tiene el punto exacto; exquisita y agradable.
Que la vida encienda muchas velas para ti.
Sé feliz y disfruta de todas las bondades que la vida te regala día a día.
Muchísimas gracias por el cariño de tus palabras. Muchas gracias por tu filosofía y bondad.
Espero que te encuentres muy bien. Que la vida te encienda muchas velas y tus días estén rodeados de cosas bellísimas. Las horas son tan cortas y pasan volando hoy en día. Disfruta de cada bondad y suspiro de despertar y sonreír cada día.
Abraza mucho lo que te rodea y sigue amando y amándote…
Una hoja de papel amarillenta
perdida en el tiempo
una sonrisa esquelética
truenos destrozándome el alma
relámpagos calcinando mi corazón.
.
Ya no hay lágrimas, nunca volveré a llorar por un alma en descomposición.
Siempre se sienten tan intensos tus poemas. Cuánto sentir en ellos.
Un vampiro chupa mi sangre,
mi piel se marchita,
mi cuerpo seco,
lívido mi espíritu.
Ya no confío en el amor… ni en los recuerdos.
Ya no hay un mar de heridas desangrándose, ya no hay un alma habitando mi ser.
Qué fuerza en el final.
En tus poemas siempre descubro una oscuridad melancólica, pero a la vez destellos de esperanza y luz. No lo sé, pero así te leo.
Tremendo poema poetisa y feliz día de San Valentín.