“Va clareando el día perezosamente. El vientecillo cortante y frío que sopla, estremece las pequeñas gotas de rocío que tiemblan en la hierba. Un manto translúcido y blanquecino arropa a las encinas, son jirones de niebla que se extienden y cuelgan sobre la dehesa reverdecida con las lluvias (…)
Sopla el invierno.
La dehesa se arropa,
manto de niebla.”
(“Amanecer de invierno en la dehesa extremeña” Haibun con hokku. María Prieto. Febrero 2021)
(A mi padre, que nunca le escribí…)
Y venías…
desde un manto de niebla,
tierra de brezo en la mirada;
oliendo a hinojo, a orégano,
a romero y a jara.
Con la piel aceitunada y los ojos
de un tórrido verano.
Y venías…
rasgando el viento que se mecía
en el vaivén de silencio
de los trigales…
Yerba dulce en tu aliento
cuando me besabas.
Y llegabas…
con un sol de membrillo
desde la linde de los campos,
desde la otra orilla del riachuelo.
Tú, caminando por veredas
de zarzamoras silvestres
con el vago rumor de las encinas…
lleno de sombra,
de leña nueva y verde,
espigas secas en tus manos
y lluvias otoñales
por la despejada frente.
De regalo, me traías la dehesa
y sus fragancias,
margaritas amarillas
y un manojo de caricias de amapola
que inundaba mi sonrisa de niña
con aromas a hierba
recién cortada.
Septiembre 2022
(…Y me aferro a tu recuerdo que me transporta a una feliz infancia entre verdes dehesas, en aquel pequeño y hermoso rincón del sur de Extremadura).
Foto: “Dehesa extremeña” naturalmentebadajoz.com