(El poema está inspirado en la obra “El infinito en un junco”, de Irene Vallejo. Un ensayo sobre la invención de los libros en el mundo antiguo.
El Alto Egipto era conocido como “la tierra de las cañas", en referencia al papiro que crecía en las orillas del Nilo de manera abundante y fue soporte de la escritura de los primeros escribas).
Es incuestionable la belleza del verso libre, sencillo y puro, ya sea en escritura cuneiforme sobre el papiro, o en las paredes de una gruta o en las letras ordenadas, del inmenso castellano, llevadas de la mano de tu pródiga pluma. ¡Felicidades amiga mía!
Tu si que eres “la caña” . Siempre un lujo leerte y aprenderte. Me quedo con esta estrofa magistral:
“Su cálamo lo roza,
lo acaricia…lo dibuja
y se obra el milagro
de preservar la memoria,
de luchar contra el olvido…”
La imaginación de los poetas no tiene límite y tu calidad poética tampoco. Has conseguido construir un jeroglífico poético, sobre un papiro, y te ha quedado magnífico. Mi más sincero aplauso.
Muchas gracias, querido Edel! Estoy leyendo ese libro y me está encantando. No es un ensayo al uso, es muy ameno, hermoso y encierra muchas cosas curiosas de los libros y de la historia.
De ahí…viene el poema.
Abrazos fuertes , amigo!
Gracias, paisano, yo tampoco tengo dioses en qué creer, no me creo ni a mí misma…como para estar bendecida…
Últimamente dudo mucho cuando escribo, será la edad…
Un abrazo, Pedro, y a continuar escribiendo.
Gracias por tus palabras, Pedro. Estoy leyendo ese libro, y te lo recomiendo, si no lo has leído.
A pesar de ser un ensayo, es muy ameno, o me lo parece a mí…
Buena semana para ti, amigo.