Y duele

¿Estoy lista para trazar nuevas líneas?
No. No me siento preparada aún.
Todavía me aferro a la tristeza como un ancla en mi vida. Aunque parezca contradictorio, me consuela. La siento como una caricia al alma deshecha, desordenada.
Todavía me aferro a una historia que no quiero soltar. A una ilusión que nació por vos. A causa tuya. Que no la tenía desde antes. Y duele.
Duele que tenga esta llama encendida sin poder compartirla con alguien.
Duele el anhelo no concretado. Duele todo el esfuerzo invertido. Todo el amor dado como nunca antes se lo había entregado a nadie.
Duele recordar esa última mirada, tan gélida que me quemó hasta la punta del pelo. Y pensar que esos ojos antes me miraban ensimismados, con la inocencia de un niño que está descubriendo el amor.
¿Cómo hago para olvidarte? Si todo me recuerda a vos. La bici que nunca usamos como quisimos. La cocina y la parrilla que nunca estrenamos. El vestidor y la bomba de agua que me recuerdan lo mucho que renegué. La habitación que, aunque la redecoré, aún conserva tu risa rebotando por las paredes.
Duele la duda. Duele el silencio.
Duele que te hayas rendido. Que nos hayamos rendido.
Sobre todo, duele no saber qué hacer con los pedazos que dejaste. Con las partes de mí que te llevaste, y que ya no volverán.-

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He dudado muchas veces; y duele dudar.
He olvidado, y, duele olvidar, también he negado y sé que duele negar. Pero no podría afirmar cual de esas tres cosas duele más que una mordida de perro, por qué jamás me mordió un perro.
—Aplausos.

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