Esa danza perenne entre lo íntimo y lo externo que nos hace dudar tantas veces donde están las fronteras de cada cual, pensar en que un grano de arena o un universo es lo mismo. Y ahí viene la lírica a poner guirnaldas, a edulcorar toda esta duda existencial.
Leo este poema a la vez que observo la fotografía y nos fusionamos los tres.
La vida va pasando y no nos damos cuenta, por qué miramos al cielo sin observarnos.
Miramos un explendido cielo con un sol radiante, y sin embargo está diluviando en nuestra alma, o por el contrario observamos un cielo plomizo con el alma plena de felicidad.
Dos miradas distintas. ¿Quién mira a quién ?
Simplemente me queda aplaudirte Alejandro.
Un abrazo.