volver al mismo sitio
que te hacía feliz.
igual tú has cambiado
y ya no lo ves así.
igual los árboles
han cambiado de forma.
igual el lugar
ha empobrecido
el alma del paisaje.
igual ya no eres
el niño que sentía
lo mismo de antes.
igual, simplemente,
no eras capaz
de saber lo que se siente.
igual ese lugar
era un confort de parche,
y en realidad
tu propio yo
era tu zona de confort.
¿por qué esperar?
ve,
date una vuelta a ese lugar.
pero,
como dijo un sabio una vez:
“todo fluye,
nada permanece.”
igual tú
no fluyes con la misma intensidad,
o has empezado a canalizar
la intensidad del amor.
igual antes decías:
“mira aquellas plantas tan bonitas”,
“mira ese mar”,
“mira esa gente”,
“mira gente pasándoselo bien”…
y lo que no te cuestionas es:
¿es de pega?
¿es real?
¿es amor?
¿es superficial?
esa gente a la que llamas “felices”
¿lo están?
¿o son solo tus neuronas espejo?
el mar…
te aseguro:
una piedra nunca es la misma
cuando fluye en un río,
cuando erosiona.
a veces
te das cuenta
de que la vida es más profunda
desde que la miras
con ojos de otra persona
o
con tus ojos
más longevos.