Vivir es resistir,
darse de bruces contra la misma pared,
una, y otra,
y otra vez más;
en un intento
de convertir un vago lamento
en el propósito vital
que nos conceda por fin la libertad.
Vivir es ver cada noche las luces
que iluminaban la feria aquel verano,
sentir la piel, el escalofrío hecho hiel
evocar olores y sonidos que creímos olvidados;
vivir un recuerdo, que no caduca,
mas se erosiona bajo el velo de Cronos
invade la vivencia, cambia el guion,
y deja hecho trizas el placer ante mis ojos,
traidor a una historia mal narrada
pero perfecta a ojos de todos.
Vivir es verte en cada pliegue de tu espectro,
vivir es joderme mil veces y volverme a joder,
vivir, ver las espinas en la base de la rosa
y agarrar la flor, carente ya de color
para eso está mi rubor, el incipiente dolor,
para eso sangran mis dedos.
Vivir es morir
a cámara lenta
y sin opción de rebobinar,
como esa mala obra de teatro
que nos pilló como actores amateurs
y nos vimos obligados a representar.
Vivir es genial,
aunque hacerlo sin ti y contigo,
con el dolor de tu marcha como abrigo,
lo convierte en un castigo difícil de aceptar.