Las colmadas botellas de lágrimas
que del aciago sudor de la tierra se recogen,
vendidas son para otros que las beben
y se gozan del dulzor misterioso
que el sufrimiento del hombre tiene.
Los lechos de mullida seda
cortan las pieles curtidas de arpillera,
y cuando el amor es un lujo,
quedan en la boca silencios,
las caricias son extrañeza.
Quien vive en la luz, ve a Dios como Hombre,
para quien en las sombras vive, toda luz es Dios.
Decidme hombres,
¿Por qué buscáis el corazón del pobre
y a la vez le castigáis?
Triste es el destino para aquel
si salud y belleza
se tornan lujos,
¡Vivir tan sólo, vivir,
enfermo y solo!
Y que la luz me encuentre en la noche,
yo no apartaré los ojos.