Vis

I

Cuando quiero soñar, no es mi sueño fugaz
un París incesante, ni un bohemio solaz.
No es la sangre del toro, la galbana o el sol,
cuando quiero soñar… nadie ha visto mi sueño.
No el oriente ni el té, no el dragón que desdeño
mientras ciñe feroz el eximio arrebol.

No es la fama del Kōh-i-Nūr ni el arpegio de guerra,
¿qué es mi sueño? Mi sueño… ¡oh, el puñal de la sierra!
No la zambra en la Alhambra ni el morisco cantar,
no hay princesas… no hay sabios arabescos o persas
con sus vestes doradas y sábanas tersas;
¡es mi sueño del bosque… sueño aún por soñar…!

II

¡Y en el Strunga mi rifle truena, fiero…! ¡Hei, hei!
Y la bolsa, famélica, ruge al cielo… ¡hei, hei!
Soy haiduque en el tilo… que a la luna tiré,
ruiseñor visceral de ademán libertario…
Es mi sueño el haiduque… y el señor temerario
de una bala en la espalda —o una más a su fe—.

Corderito de lis de la fuente… ¡hai, hai!
Ícor dulce… pañuelo de frambuesa… ¡hai, hai!
El haiduque te dice: «más hermosa te haré»…
A lo lejos un grito… Humo negro en el cielo.
Saltan, saltan gallinas. Y él se va, ladronzuelo…
¡con el sable en la mano y la espuela en el pie!

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