Vinieron, con la nueva primavera,
las nubes portadoras de recuerdos,
traían sus figuras muy cansadas
del viaje recorrido en el invierno.
La vida renacía en las campiñas,
volaban mariposas por los cielos,
y muchas margaritas despertaban
saliendo del letargo y de los sueños.
Se abría el corazón adolescente
buscando en el desván de los anhelos,
aquellos que nacieron en la infancia
y luego, día a día, se durmieron.
Inmensa catarata de utopías
envuelta de inocencia en los cuadernos,
aquellos que le hablaban de poemas,
creando maravillas con sus versos.
La eterna primavera de los niños,
la dulce Cenicienta que, con besos,
ahogaba los suspiros y susurros,
nacientes y creados por sus pechos.
¡Qué bellas fantasías del adulto
saliendo de la infancia sin recelo,
creciendo en los umbrales de la vida
y siempre disfrutando de ese tiempo!
Gocemos de esta nueva primavera,
rompamos dulcemente sus secretos,
vivamos las sonrisas que nos dejan
y hagamos realidad nuestros deseos.
Detengo con suspiros mis palabras,
no sé si lo que escribo es lo correcto,
quisiera ser el niño de hace años
más soy el prisionero que estoy viendo.
Un simple aficionado a la escritura,
un niño y un anciano ante el espejo,
el hombre que buscaba mil respuestas
y el niño disfrutando del silencio.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/03/25