Vencido y desvencijado
de cuantas manos antaño
izaban pentagramas al viento,
navegando las mareas de unas teclas,
surcando sinfonías con los dedos,
emociones embriagadas de silencios
con el halo del momento.
Hoy aquí,
en esta estancia marchita,
en donde el polvo carcome al recuerdo,
agonizan a la deriva
aquellas teclas del pasado,
en la espera a que unos dedos
arriben en su última sinfonía.
Me parece que tu poema esboza la historia de un piano, una máquina del tiempo musical, testigo de innumerables melodías y emociones. Ahora, olvidado y desgastado, espera ansiosamente el último pianista que lo toque, cerrando su historia con una última sinfonía.
Intuyo que hay algo dentro de ese piano… yo sólo puedo decir que este poema tuyo es tan bello y misterioso como un piano de cola que no puedes dejar de mirar y callar a su lado. Desde aquí se ve precioso!
Ese viejo piano de cola representa la línea tan fina entre el reconocimiento y el olvido.
Un gusto leer, apreciar y aprender de tus comentarios Alejandro.
Un abrazo amigo poeta.
Una hermosa y melancólica metáfora ese viejo piano abandonado y polvoriento, después de días de gloria…
Resuena su última sinfonía, la de la vida que se acaba.
Un poema muy bello!