Vías de ensueño

VÍAS DE SUEÑO

En un sueño, hubo una ocasión en la que dos almas deseaban reencontrarse una vez más en la tierra. Una se llamaba Gris y la otra…

-Hola, se supone que todavía no debo conocerte, pero no pude evitarlo. Deseaba verte así, chiquita, con esos hermosos ojos risueños que algún día voltearán a verme. No, no me preguntes mi nombre todavía. Es un secreto, pero toma mi mano y juguemos un rato a que tú la traes. Te prometo no correr muy rápido para que puedas alcanzarme en el alféizar. Tus piernas son chiquitas y se pueden lastimar, y yo corro muy rápido. Pero por ti, me dejaré alcanzar. ¡Ven!, toma mi mano y juega conmigo, no te arrepentirás…

Así pasaron las horas como solo pasan en los sueños; fugaces y longevas por igual. No había diferencia para aquellos niños, solo querían jugar, agarrados de la mano y gritando entre risas “¡a que tú la traes!”. Ya habían reencarnado, y eran unos niños, pero el destino había deseado otros designios. Así que aquel niño vino una vez en sus sueños para recordarte sus votos y canciones en trinos de ensueños.

-¡Aaaah!, ya deseo que llegue el momento, ese de nuestro verdadero reencuentro, para mirarte una vez más y hablarte de poesía y de mil bellas cosas más. Pero por el momento tendrás que esperar y cuando despiertes de este hermoso sueño, no me recordarás, pero te quedará la gracia de un niño pequeño, que vino a jugar, para mirarte a los ojos como ninguno igual… Por lo pronto, sigue durmiendo, que cuando llegue el momento llegaré como la brisa, en un fino crescendo…

-Pero, ¿no te puedes quedar un poquito más? No quiero que te vayas, quédate, me produces mucha paz… -Así le rogaba la niña con ojos tristes que no se fuera a aquel niño que la brisa le trajera… -

-No, no puedo hacerlo, aunque es lo que más deseo. Pero aquella bestia ruidosa ya asoma su humo en el cielo. El chu-chu se acerca y sonará con gran denuedo, despertándote de este hermoso sueño. Pero no te preocupes, vendré una vez más, quizá me veas jugar entre las vías y escondido entre tu alféizar… -Le respondía el niño con una sonrisa en los labios, de esas que saben amar…

-¿Me abrazas antes de que me despierte? -le volvía a contestar al niño bonito que la hacía suspirar-, por favor, quiero sentirte y recordar tu aroma cuando llegue el momento de verte como ruiseñor. Anda, abrázame fuerte, mira que aunque sepa lo que todavía no es, ya te amo entre las vías y entre tu jardín del Edén… Sé que algún día te veré, encuéntrame como hoy lo has hecho entre este hermoso sueño entre el vergel. Ya puedo oír el tren y empiezo a despertar, mi hermoso niño, te estaré esperando entre poesía, entre estas vías y entre mi alféizar, recuérdame pronto y venme a buscar. Hasta nuestro verdadero reencuentro, mi pequeño poeta venidero; ya me voy a despertar… Solamente el niño le dijo levantando una mano y rozando sus cachetes y levantándole la vista desde el mentón:

-Hasta pronto, mi pequeño amor. Juro que te encontraré escribiendo poesía y bebiendo café, rodeada de libros, mirando las vías y viendo a aquel tren…

Así se despidieron de aquel sueño. La niña despertó y él se quedó un poco más, dando una plegaria al cielo…

2 Me gusta