Yo estaba en el inicio,
entonces…
Tú soltaste la mano ¿Quizá fui yo?
El tiempo, quizá…
La maleta en el suelo,
frío, de estación.
El típico humo de película antigua.
Pasos repicando en el andén.
Una mujer con abrigo y sombrero,
mirando, sus ojos cerrados.
Subí al tren.
En el andén quedó la maleta. Dentro:
la mitad de un sueño, un trozo de pena,
una mano desnuda sin sus huellas.
El maquinista tocó el silbato. Empezó
el viaje.
Se oyó
ese chirrido que duele a nostalgia.
No había nadie en el vagón.
Traqueteo de un paisaje de invierno
golpeando la cara.
Al despejarse la niebla, ella abrió
la puerta (traía luz y caramelos).
Aprendí que todo es relativo.
Desde entonces se sucedieron viajes.
Estaciones. Melancolía otoñal.
Duermevela sobre campos de amapolas.
El verano y su vacío:
tanta claridad quitaba el miedo,
pero iluminaba la ausencia de límites.
Cada estación era un nuevo esperar.
El ruido del tren. El insoportable silencio.
La maleta en el andén.
En esa época empecé a necesitar protector gástrico.
….
¿Qué es no ser? ¿Se puede ser
el reverso de la vida y no ser muerte?
Sin ser, sin nombre.