Pasamos años
sobre las estrellas del cinturón de Orión
saltando,
como si de puntos suspensivos se tratara.
Hasta que un día
rotos los dos sin saberlo,
nos asomamos al agujero negro,
atraídos por un imán
del que yo no quise
y tú no pudiste escapar.
Ante el abismo
a ratos sentí miedo,
pero no lo voy a negar:
le ganó el pulso a mi vértigo
no saber qué hallaría detrás.
Tal vez hubiera sido mejor
ignorarlo, no saberlo,
olvidar sin recordar.
Todavía me vestiría la ignorancia
y aún brincaría entre dudas.
Lo más difícil fue salir del remolino,
luchar contra la pena,
sacarse con cuidado los cuchillos
del pecho sacudirse lo imposible,
despedirse de cuerdas y pesos.
Y ligera de cargas
que nunca debieron ser mías
aprendí otra vez a respirar
y al fluir en el espacio - que no vacío
saborear la libertad.
Ahora resido en mí,
a veces aún viajo a la luna
allí me mezco,
descanso y brillo
serena y plateada
-como ella-
que cada día cambia
pero ya no sueña con puntos suspensivos,
y sale a brillar cada noche
en otro punto y final.
Imagen de cuchillos llevándose consigo sangre y carne, también los huesos. Y en un último suspiro, terminar el verso de su vida.
¡Me transportó su poema! Gracias por ello.