Tenerife
Sobrevolando el Atlántico, me aposenté en La Laguna;
un paseo por los bosques, una comida oportuna
y en las laderas del Teide, paisajes como de luna.
Junto al drago milenario… ¡qué fotaza memorable!
mas si hablamos de manjares, la comida incomparable;
¿un Picudo en Buenavista con Abadejo impecable?
Copioso mojo con papas y unos vinos de la Tierra;
aunque al llegar a los postres, la bragueta no se cierra
y cual capitán pirata, cantas alegre en la sierra:
a mi lado veo el mar, al otro lado los montes;
al frente pequeños pueblos, copando los horizontes
y a mi alrededor corriendo, lagartos y saltamontes.
El Valle de la Orotava, Garachico y La Esperanza,
bajando y subiendo Masca me he quedado hasta sin panza,
pero en Icod de Los Vinos, recuperé la templanza.
Ya he cargado en mi maleta, mojo y dulces con textura,
Almogrote, dos imanes y hasta un Drago en miniatura,
digo adiós a Tenerife, dando fin a esta aventura.