Caminé por senderos de sombras y cristal,
pisando sueños que no supe valorar.
Cada paso un error, cada herida un adiós,
en el eco del viento, mi voz se perdió.
Me traicioné mil veces, me dejé caer,
en un mar de promesas que no supe tener.
Pero en el fondo del alma, donde quema el dolor,
nace un fuego valiente que me pide volver.
Somos versos rotos, pero aún cantamos,
cicatrices que el tiempo con amor va curando.
Tropezamos, caemos, pero nos levantamos,
con el corazón en llamas, la vida abrazamos.
Mentí a los espejos, me mentí al corazón,
busqué en otros refugios lo que nunca encontré.
Cada error fue un maestro, cada lágrima un farol,
iluminando el camino que el miedo apagó.
Perdoné mis silencios, mi miedo a volar,
abracé mis pedazos, aprendí a sanar.
No hay cadena tan fuerte que no pueda romper,
cuando el alma decide volver a nacer.
Somos versos rotos, pero aún cantamos,
cicatrices que el tiempo con amor va curando.
Tropezamos, caemos, pero nos levantamos,
con el corazón en llamas, la vida abrazamos.
Y si el cielo se quiebra, y la noche me abraza,
no temeré al vacío, mi luz no se apaga.
Cada error es un paso, cada herida un color,
pinto mi propia historia con fuerza y valor.
Somos versos rotos, pero aún cantamos,
cicatrices que el tiempo con amor va curando.
Tropezamos, caemos, pero nos levantamos,
con el corazón en llamas, la vida abrazamos.
Caminaré de nuevo, con mi verdad en la piel,
los errores del pasado son mi fuerza, mi miel.
En cada nuevo día, con el sol renaceré,
porque soy más que mis sombras, yo siempre seré.
