Fuimos verbo de noche,
y verso que se prende
en un pecho de escamas;
fuimos la hermandad y los brindis
en tiempos de risa y bonanza.
Tú el arrecife
y yo la marea que te besa
y te arrastra.
Verbo noctámbulo fuiste,
y yo duré medio verso,
el eclipse de un parpadeo, duré…
y el dolor de mi gozo,
los dos boquean en el mismo pozo,
aleteando como dos peces
en espera del agua redentora;
murmuran que fuimos verbo masoquista
jugando entre los dientes
mellados de la muerte;
verbos borrachos y anárquicos
que no tienen cuerpo
imperecederos en el formol de los días,
verbos asépticos…
sin labios y sin voz,
en el infinito de una onda
en expansión siempre,
ondulándonos al ritmo
del vacío estridente
en el que aún somos
un paso en falso en el trasiego,
la ausencia del bosque sin nosotros,
porque sólo quedó el verbo.
!
