Antes yo decía:
Un día de verano no es ningún día,
tres días me ponen en el centro del sol,
en una semana puedo andar en bicicleta,
en un mes puedo aburrirme de tanta luz.
Después que lo vi, así de reojo,
lo pensé bien y me dije calladamente:
Que todo el verano puede estar
zambullido en un día de verano,
si viene a saludarte el sol por la mañana,
te acompaña a tenderte sobre la arena,
te arropa de briza fresca y mar azul,
y deja que caiga la noche sobre ti,
mientras la Luna baña de plata tu desnudez.
Hoy diré con mesura:
Que tendrán que esperar las horas
y dejar al sol colgado en la puerta.
No he comprado toalla ni bañador.
Ni siquiera me alcanzó para la vacuna.
