Vender el alma al diablo

Si vendo el alma al diablo por dinero
a buen seguro, el cuerpo queda en coma,
al convertir los huesos en carcoma
y la conciencia reducida a cero.

Que de chulo no voy sobrado, pero
como tampoco creo soy de goma,
a veces el orgullo mudo asoma
y un pellizco me llevo en el trasero.

Porque sentir no siento la conciencia
mandando sus alertas de socorro
desquiciadas por todos los rincones,

pues según aconseja la experiencia
quien se pega a propósito un mamporro
aliviar debería sus marrones.

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