Si vanos fueran todos mis desvelos
a la mar caería mi esperanza,
donde espero se quede la venganza
aunque después me tire de los pelos.
Pues anidando aún muchos anhelos
en mis arrestos pongo la confianza,
sin dejarme llevar por la alabanza
tan típica al testar de los abuelos.
Y es que, no en vano, escucho al inconsciente
gritando que me aleje del abismo
donde meter me quieren un farol,
que a menudo con cara de serpiente
mis pasos manipulan con cinismo
porque nadie me acepte cual crisol.