Es inquieta y muy traviesa
esta musa que yo tengo.
Se equilibra entre mis letras,
da mil saltos entre versos.
No me deja hacer poemas
con sus gritos y chillidos.
¡Por favor estate quieta!
¡Por favor yo te lo pido!
Da patadas a mis letras
y me tira tres palabras.
¡Ay que musa tan traviesa!
De ahorcarla me dan ganas.
La bribona está molesta
por los gritos que pegué.
Y me esconde las ideas,
mis cuadernos y el papel.
Si a un poeta le interesa,
ya la quiero regalar.
Esta musa tan traviesa
mis poemas va a matar.